martes, 22 de abril de 2014

A la luz de una sonrisa

¿Sabéis que día es hoy? 22 de abril.
Para la mayoría de vosotros no significará nada, absolutamente nada, pero para los que escuchamos Gritando en Silencio es una fecha especial.
Dos discos, veintiocho canciones y una fecha. Una única fecha en su (por el momento) corta discografía, ésta aparece en la canción "A la luz de una sonrisa" y es, como ya supondréis, el 22 de abril.
Esta fecha no tiene ningún significado particular, al menos que yo sepa, pero el hecho de ser única hace del 22 de abril el Día de Gritando en Silencio.

Gritando en Silencio es una banda de lo que a mí me gusta denominar rock suave. Un rock con un sonido muy limpio, en el que la voz tiene un papel protagonista sin relegar a un segundo plano a la parte instrumental.
También se caracterizan por abanderar la libre descarga de música (ellos mismos cuelgan sus discos en la web del grupo), el comercio justo (en la ropa oficial de la banda) y la banca ética (donde almacenan los ahorros del grupo).
Escuchando a este magnífico grupo encontramos letras muy trabajadas y una música que encaja perfectamente con ellas.
Hay letras con claros mensajes, como pueden ser las de las canciones "Allí estaremos" o "Luz que entras". También las hay con su parte crítica, como en "Mírame desnudo", "Mereció la pensa" o "Miedo".

Sin embargo, hoy quiero dejaros una canción diferente, una canción para coger fuerza, para dedicarla a quien queremos:
 
A la luz de una sonrisa


Despierto con pocas ganas,
como expulsado del cielo,
y crujiéndome los dedos
he empezado a escribir.

Despunto el lapicero
a la vez que el desconsuelo,
pero reconozco la fecha:
hoy es 22 de abril.

Nunca sobran las canciones
y siempre tengo algo que decir,
pero ella merece más una letra
que las calles de Madrid.

Porque hace ya dos años me quiere a quemarropa
con la inocencia de un niño con su primera copa.
Pierdo la estridencia, vivo sin motivos,
aprendo a tener paciencia y escribo.

Miro el fondo del café
y me acuerdo de fumar,
y entre el humo del cigarro
palidece mi ansiedad.

Mientras duermes yo te escribo,
a ratos me giro hacia atrás
a observarte con los ojos
que un preso ve su libertad.

Porque no hay guerras civiles si echamos el pestillo
y, aunque siga siendo cutre, el mundo ya no es un ladrillo.
Setecientos treinta y tantos días de tu sonrisa
haciendo que la vida no sea papel de lija.

Por fuera hay que ser duro, como el asfalto,
la piel igual de fría que si fuéramos lagartos.
La vida siempre va a destiempo
como el riff de esta canción.
Por eso miénteme y dime que nos veremos,
tan sólo unas horas y ya te hecho de menos.
Me columpio con la esperanza
de que mañana sea mejor.

Porque si el diablo pasa jocoso y ladino
con la citara vieja, la que compone el destino,
no me queda otra defensa, por favor,
por favor...

Por favor, cuéntale que la miro
como no miro a ninguna.
Y que no voy a darme un respiro
mientras no mire la luna.
Y que más de cien soles no curten mi pecho,
que de su mirada es lo que estoy hecho.
Sonrisa fugazmente y de malos momentos,
con ella soy el príncipe de su cuento.

Por fuera hay que ser duro, como el asfalto,
la piel igual de fría que si fuéramos lagartos.
La vida siempre va a destiempo
como el riff de esta canción.
Por eso miénteme y dime que nos veremos,
tan sólo unas horas y ya te hecho de menos.
Me columpio con la esperanza
de que mañana sea mejor.

Porque si el diablo pasa jocoso y ladino
con la cítara vieja, la que compone el destino,
no me queda otra defensa

que la del tú y el yo.

martes, 8 de abril de 2014

El Rey del Invierno

¿No os encanta el tiempo que está haciendo estos días? Parece que, tras un largo invierno, ha llegado el calor. Esperemos que sea para quedarse.




El Rey del Invierno

A todos nos llega ese día en el que sentimos el verano. No un recuerdo lejano que añorar; sino que, aun sabiendo la distancia que nos separa, sentimos su presencia. Aquel día en el que encuentras un oasis entre los últimos coletazos del invierno.
Vas caminando por la acera cuando el Sol se cuela entre los árboles, te calienta el cuerpo y te das cuenta de que te sobra el abrigo. Te lo desabrochas y sólo la incomodidad de llevarlo en la mano te impide quitártelo. La operación se repite cuando lo que sobra es la chaqueta,  pues hace ya días que dejaste la cazadora.
Ahora, cuando ya agoniza, el invierno se vuelve aún más peligroso. Primero te deja soñar con el buen tiempo, recordar la última vez que lo viviste: el último verano con sus vacaciones, sus cálidas tardes, sus noches interminables, sus inexistentes mañanas. Ocurre entonces que, una vez estás inmerso en tu fantasía, te golpea, reúne todas sus fuerzas y te derrumba. Caes al suelo, tu moral se hunde, te lo habías creído, subiste muy alto y la caída ha sido demasiado dolorosa.
Pero, tras varios intentos de levantarte en los que el frío te vuelve a tirar, llega su ocaso, ese día en el que dices hasta aquí hemos llegado. El invierno acaba, sabes que no volverá, quizás el tiempo vuelva a empeorar, pero no volverás a pasar frío.
Al final, el aire acaricia tu cara sin otorgarle la típica sensación fría del período invernal. El cálido cosquilleo en tu garganta al descubierto te llena de placer, te sientes lleno de energía y vitalidad, te crees el Rey del Invierno.

Nueva era

En mayo del año pasado publiqué que iba a regresar al blog, dejando interrogantes acerca del cómo. Ahora, once meses después, me lo tomo en serio.
¿Por qué ahora es de verdad? Básicamente tenéis que confiar en mí. Otra razón es que me he puesto en el móvil la aplicación de Blogger y puedo aprovechar el rato de autobús y tranvía de las mañanas para publicar.

Como he dicho antes, en aquel lejano mayo dejé dudas sobre cómo se organizaría el blog (o los blogs).
Voy a juntar todo en un mismo blog e intentaré agrupar las entradas de cada temática mediante etiquetas o lo que se me vaya ocurriendo.